Leer Cheever. Aunque se me caigan los ojos de sueño y rueden en la inclinación del libro. Leer Cheever como quien visita una estación de tren sin dinero en el bolsillo y viaja con el pasaje de los otros. Leer Cheever y recordar cómo seduce la literatura y cuánto de poesía hay en la mejor narrativa.
Leer Cheever para esquivar una noticia, para esquivar el tiempo, para esquivar el paso del día a la noche.
Leer Cheever para un nuevo proyecto, porque todo guionista debe nutrir su trabajo.