domingo, 30 de noviembre de 2014



No son horas

Le decían El Tigre
me acuerdo
siempre con esa camisa
arrugada siempre
por el parque no son horas
los faroles parecen estrellas
suspendidas
a tres metros del piso
a punto
de estallar.

Mi sombra podría
acechar el monumento
que debería tener tu nombre
tu parque no son horas
y yo.

Le decían El Tigre siempre
y no sé por qué
no me animé a preguntar.

Me siento en el banco del Tigre
quisiera tener un perro como él
un perro gris de collar rojo que supiera
devolver las ramas que le lanzo
como dagas invisibles.

No va a venir
no va a venir nunca más.

Podría tallar mi nombre
podría ser éste mi banco
y sentarme
no son horas y yo
enjaulada en el parque
mientras los pájaros se deslizan
entre las sombras de los plátanos.

Sé que le decían El Tigre
todos como decían
que yo me parezco a
y estaban equivocados.

No tengo garras
no tengo forma de rasgar este banco
con las uñas
no tengo forma
sólo dos alas atadas al cuerpo.

Un día me mostró los ojos El Tigre

sh…

las presas escuchan siempre
en las pupilas de los predadores
el silencio que se abre
antes de que ocurra el ataque directo
preciso
menos de un minuto.

Más se tarda en
me acuerdo
la camisa arrugada
un perro gris
casi una sombra.

Pero
hoy no va a venir
porque ayer
algo no salió
alguien no salió
algo se detuvo.

Debería tallar mi nombre
debería ser éste mi banco 
y que estallen
los faroles estrella

o traer un perro que responda
a mi mirada
siempre un perro gris
como fui yo
a cualquier hora
devolviendo las ramas
cuando el parque era tu sombra
y tu sombra era yo.